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Mesa Temática 31

Liberación, pensamiento crítico e interpretación ético-histórica en nuestrAmérica

Responsables

Paula RIZZO (EMUNS)
Marina VERDINI AGUILAR (UNS)
Adriana EBERLE (UNS)

 

Las distintas épocas nos muestran con claridad cómo los intelectuales preferentemente se han apropiado de distintos conceptos a los que le asignaron un contenido ideológico concreto, respondiendo no sólo a sus intereses de clase o grupo, sino también al contexto filosófico cultural que construyeron, sostuvieron y difundieron. Este es el caso de las expresiones Independencia y Emancipación, términos que asociados a los procesos políticos que dieron surgimiento a las naciones latinoamericanas a comienzos del siglo XIX, permiten realizarles un seguimiento ideológico e historiográfico, muchas veces pendular, en los escritos privados y/o públicos que aparecen en los nacientes estados y sus círculos de poder esencialmente.

Este trayecto intelectual se complejizó a lo largo del siglo XX, no sólo por su impacto en todos los órdenes de la vida nacional sino por la influencia de diferentes movimientos de opinión y expresión que se globalizaron. En este proceso entonces, a las nociones de independencia y emancipación, se solidarizó Liberación, concepto situado y polivalente que ha sido adaptado por distintas disciplinas tanto para caracterizar una práctica específica como para connotar un proceso complejo, original y genuino de esta parte del mundo; así por ejemplo, teología de la liberación, pedagogía de la liberación, filosofía de la liberación.

Coincidimos con Leopoldo Zea cuando afirma que hacia la década de 1960, la Filosofía occidental experimentó una “inversión” a partir de la cual se visibiliza e instala la problemática del hombre no occidental. Como señala el autor mexicano, “El no occidental no está subordinado a sus propios instrumentos sino a instrumentos y fines ajenos que le son impuestos” . En este sentido, la liberación resultó entendida –incluyendo pero superando las esferas materiales– como una necesaria desenajenación-descolonización del pensamiento, asociada puntualmente con una interpretación ético-histórica de la alteridad latinoamericana.

Estos, entre otros tópicos, animaron –y animan– la revisión de los marcos teóricos de las Ciencias Humanas así como de las propias prácticas disciplinares a fin de liberarlas críticamente de las ideologías de dominación y orientarlas a reconocer que todo conocimiento se sitúa histórica, corporal y geopolíticamente. En este marco, entra en tensión y cuestionamiento la pretensión eurocéntrica de un conocimiento sin historia, sin relaciones de poder, sin sujeto; un conocimiento desde ningún lugar, descorporalizado y deslocalizado.

Nuestra propuesta entonces consiste en proyectar un espacio para la reflexión a partir del análisis de diversos usos y apropiaciones de estos conceptos que, sin dudas, han impactado fuertemente el devenir del pensamiento latinoamericano enriqueciéndolo y complejizándolo. Un pensamiento situado que, hasta el día de hoy, continúa propiciando el debate y la preocupación interdisciplinaria.

 

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